¡Joder que frío!Carajo, que temperatura sigue haciendo. En fin, hoy ha vuelto a nevar (por encima de los 1.000 metros decían...), así que parece un buen día para reflexionar un poco sobre esta Navidad pasada. En concreto, hay algo que a pesar de ser ya una tradición por estos lares no me gusta nada: los
mercadillos navideños.
En realidad, hasta este mismo año no me había fijado, pero... ¿que diablos tiene de navideño el tinglado que se forma en La Concordia y
Fernández Iparraguirre (Las Cruces)? El primero, es el
mercadillo de toda la vida donde venden bromas, caretas, banderas, camisetas, etc... vamos, el típico de las ferias. El segundo, otro más de artesanía, como los mil que ponen a lo largo del año en El
Jardinillo.
Hace poco estuve en Barcelona y allí, a los pies de la Sagrada Familia, también tienen un
mercadillo de artesanía... pero de figuras del Belén. Y no es que yo sea precisamente católico o excesivamente tradicional, pero...
molaba. Quiero decir, ya que tenemos dos
mercadillos, podíamos reservar uno al menos para algo relacionado con la Navidad, que también hace bonito.
Total,
mercadillos de los otros tenemos a puñados y... son un poco cansinos, la verdad, con esos pesadísimos olores a incienso. Además, así habría podido renovar mi Belén, que desde que era pequeño ha ido menguando por culpa de mis garras. Menudas batallas entre los Reyes Magos y los
GiJoe... luego que si no me traen más que ropa.
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