Parafraseando al gran
Matías Prats (
Jr.) en pleno arrebato, me entra la risa tonta cada vez que pienso en la nueva
maniobra del Ayuntamiento. Y no lo digo por lo de la privatización del agua, que tampoco me parece tan mal por la sencilla razón de que me fío más de la eficacia de una empresa privada que de un organismo público. Me río (por no llorar) de la
pulserita que adjuntan con el folleto.
Ya no sólo es que se hayan gastado una cantidad considerable de dinero que prefiero no imaginar en esa chorrada, es que encima hasta para este tipo de tonterías llegan tarde. Mentes
pensantes del Consistorio, ¿sabían ustedes que la (odiosa) moda de las pulseras terminó el mismo verano que empezó
hará ya casi un lustro?, ¿van a regalar también chupetes de la suerte con el escudo?, ¿
pins? En fin, igual con el dinero gastado en enviarle una
pulserita a cada familia de
Guadalajara podrían haber hecho algo útil. Pero claro, mola más una pulsera... por lo menos
molaba hace años, cuando el
Live Strong y demás gaitas.
Por cierto, puestos a vender la idea de que el cambio era necesario, igual podrían haber obviado cosas como que las instalaciones están obsoletas y que una empresa privada lo gestionará mejor. Hasta donde yo entiendo, eso quiere decir que los responsables actuales (¿el Ayuntamiento?) son incapaces de hacer bien su trabajo. Claro, que igual es un arranque de sinceridad. Y no hablo de un grupo político en concreto, que este tipo de asuntos viene de largo.
*Foto de la pulsera junto al retrato de los creadores de la misma, infiltrados de la oposición en el Ayuntamiento. A la izquierda de ellos, el simpático ratón que vive en las bolsas de basura desperdigadas por la calle. Abajo, Pablo y Betty Mármol, los dos últimos turistas que fueron vistos por Guadalajara.
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